oír, felipe herrero

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Un mal de la novísima poesía argentina es que los libros aparecidos en los últimos tiempos resultan intercambiables, desprolijos productos de sucesivas imitaciones, Felipe Herrero, en cambio posee el mérito indudable de lo inventado. Como si su voz surgiera del interior de sus metáforas, de su amor por las palabras, que restallan, chocan entre sí en descubrimientos que lo han de llevar en poco tiempo a una primera línea de la poética argentina.

Recomiendo seguirle el rastro a Felipe Herrero como a un descubrimiento, porque al menos en mi caso lo es y los buenos lectores, no habrán de perdérselo en el futuro. Estoy convencido.

Horacio Salas

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