nuestra sombra volcada en el río, washington atencio

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Nuestra sombra volcada en el río (Ed. Agua Viva, 2020) expone con orgullo un amor sano y renovador, para ello es necesario primero despojarse de los miedos pero cuánto lo vale. En este poemario, se abandonan los perfumes falsos, así como tampoco está la necesidad de buscar un límite tóxico porque sí. Hay una hoguera, como en toda pasión, pero podemos lograr que sea serena y purificadora. Encontramos un análisis minucioso de los detalles en los gestos del otro, como de aquel amante que busca obtener un total conocimiento del objeto de su devoción. También se lee un reconocimiento de cómo es ese conjunto único que se forma con la otra persona, como si se tratase de sabiduría forjada por el tiempo.

Washington Atencio (Entre Ríos, 1986) muestra en sus versos un entender de la naturaleza como si fuese algo fundamental en nuestra vida, el soundtrack que se oye de fondo mientras dormimos, comemos, interactuamos. Habla a través de la noche y los árboles y el mar, el río y la lluvia no tienen por qué ser clichés, se resignifican con otras imágenes. “Ama un solo día y el mundo habrá cambiado”, dijo el poeta inglés Robert Browning. Es así en este libro. El entorno reacciona a nuestra manera de relacionarnos y nuestro crecimiento.

Podremos encontrar en estas páginas un escape a nuestra vorágine cotidiana, que nos piden que nos sentemos un rato y vayamos verso por verso, tal vez en compañía de un mate o de una taza de té de jazmines. Se percibe incluso esperanza ante la muerte en uno de los poemas, un renacer con fuerza: “Cuando al fin/ la miel nos sobreviva/ volveremos como abejas”. El amor, más allá de lo difícil, puede ser un lugar seguro y cálido donde refugiarnos de nuestras inseguridades y plantar una semilla: se puede acariciar el cielo, en un vuelo alto en el que la compañía nos sirve de propulsor y nos sentimos más livianos.

Poema del libro:

Galope ciego

Entierro todas las miradas

semilla por semilla

para que puedas nacer.

Vengo del calor

pero aprendí a desconfiar

de la calma.

El frío

otra palabra.

El mar

lengua que se arrastra.

Con la boca sumergida en tierra

gritás trigo, cuchillo, fogata.

Latido seco

voz que se anuda

en tu camisa.

Agarrado a las crines de un recuerdo

beso párpado y horizonte.

Te sueño como se aguarda la lluvia.

Reseña de: Denise Griffith 

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