maternidad, silvia lenardón

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Con una sonrisa tierna (una sonrisa kawaii) Silvia se mete en el subgénero pictórico de la maternidad y una vez adentro, cuando nadie la ve, da una pirueta de mujer maravilla y BANG! lo dinamita. Y de las maternidades pintadas por hombres desde hace siglos, no queda nada. Solo unas líneas, insolentes y decididas, que a veces tiemblan, pero se hacen cargo. Cuando Silvia dibuja la maternidad, va directo al grano y produce esta serie autobiográfica que según lo que ustedes quieran ver les hará sonreír (hay mucho humor en los dibujos de Silvia) o no tanto... Bueno, yo no quiero decir mucho de lo que veo allí, porque Silvia y yo somos amigas y sé muchas cosas. Además no quisiera encerrar sus dibujos en ninguna jaula semántica. Los prefiero libres, como pajaritos, volando, felices, huyendo de las convenciones y de las palabras. Silvia tuvo una juventud hippie y en la actualidad creo que una parte de ella pasea descalza en una pradera soleada, haciendo ramos de flores salvajes. Toma cerveza al atardecer, mirando el sol ponerse en la montaña, con el pelo larguísimo, ignorando la depilación, lejos del wi-fi, de las pantallas, de las tareas domésticas y escolares, de la maldita carga mental... Lejos de cierta vida adulta, de cierta vida de madre. Me pregunto si ser madre sin ser adulta (lo opuesto a ser niña madre) no sería la utopía más potente, el mejor programa político feminista. ¿No? Poder ser madre y no crecer, seguir despreocupada, liviana como una mariposa, siempre creativa, capaz de disfrutar el presente, sin presiones, sin angustias, y también, ser madre sin tomarlo tan en serio… Entonces, quizás de no poder vivir como Heidi en la vida real, algo se logra, aunque sea de a ratos, dibujando en soledad, exactamente como estoy escribiendo este texto ahora, en un rincón de la casa, a la luz de la mañana. Pauline Fondevila
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