Condición de las flores, Mario Bellatín

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«La ausencia de risa en los textos de Bellatin no es un síntoma de pesadumbre, sino todo lo contrario: la liberación de esa potencia de toda servidumbre, de todo pacto y de toda interdicción. ¿No es la suspensión de las servidumbres, los pactos y las interdicciones lo que los textos de Bellatin muestran una y otra vez como efecto de un desastre del que no se sabe bien si los mismos textos son su causa o su consecuencia? Decidir sobre este punto, sin embargo, importa poco: en Bellatin, el desastre es su propia inminencia y la condición de posibilidad de la des-escritura que sus textos vienen exponiendo con tenacidad.
El único enemigo, en estos textos que se postulan como fotos imaginarias, es la realidad (es decir: la cultura). El texto que abre este volumen y el que lo cierra son explícitos en este punto, un tesoro para los cazadores de escenas de lectura/escritura: el que hace quince años, en alguno de los inéditos que el libro recupera, era un escritor, se ha transformado ahora en una fotógrafa que usa la cámara sin presionar jamás el obturador. Lo fotográfico, dice Bellatin, no es del orden del registro, sino del encuadre. Nada más hace falta, y la escritura debería ser capaz de aprender esa lección. El texto no es una ensoñación, sino una fantasmagoría. El texto no es un registro de nada más que un gesto.»
 
Daniel Link
 
Tiempo de orquídea
 
Lo que parezco buscar en un texto, como en cualquier manifestación artística a la que me enfrente, es la posibilidad de transitar por un espacio paralelo de la realidad, sometido a reglas propias. Pienso que no sólo en los libros o en el arte se pueden encontrar estas características. Siento que también pueden hallarse en los espacios religiosos, en los cuartos oscuros, en las casas del terror de los campos feriales, y en los estados personales cuando se encuentran exaltados.
 
 
Tiempo de rosa
 
Este ejercicio de desplazarme por espacios alternos hace que no esté seguro de que lea realmente los libros que pretendo leer. Más bien los contemplo, los admiro, husmeo en su interior. Para realizar una mecánica semejante es necesaria la presencia de varios volúmenes al mismo tiempo. De diferentes características además. Recuerdo épocas en las que he estado atrapado en quince libros o más. Esta práctica puede estar motivada por una necesidad de orden personal antes que artística. No pienso, al hacerlo, que semejante manera de leer me pueda servir para luego componer mis propias obras. Aunque si tomo en cuenta el método que utilizo para acercarme a los libros y la forma que tengo de crearlos, me parece que ya el simple hecho de apreciar un libro es una manera de creación.
 
Autor
Mario Bellatin (Ciudad de México, 1960) es escritor y
director de la Escuela Dinámica de Escritores.
Publicó sus primeras cinco novelas en Perú, donde pasó
su infancia y su adolescencia. Tras estudiar en la Escuela
Internacional de Cine Latinoamericano de San Antonio
de los Baños, Cuba, regresó a México, donde fue director
del área de Literatura y Humanidades de la Universidad
del Claustro de Sor Juana y miembro del Sistema
Nacional de Creadores de México. En 2000, fue finalista
del Premio Medicis a la mejor novela extranjera publicada
en Francia. Al año siguiente ganó el premio Xavier
Villaurrutia por su novela Flores, y en 2002 recibió una
beca de la Fundación Guggenheim.
Parte de su obra fue editada en alemán, italiano,
portugués e inglés, y es objeto de estudio en universidades
de todo el mundo. Entre sus libros publicados se
encuentran Las mujeres de sal, Efecto invernadero, Canon
perpetuo, Salón de belleza, Damas chinas, Poeta ciego,
El jardín de la señora Murakami, Flores, Shiki Nagaoka:
una nariz de ficción, La escuela del dolor humano de
Sechuán, Jacobo el mutante, Perros héroes, Lecciones para
una liebre muerta, Pájaro transparente y El gran vidrio.
Actualmente reside en México.
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