| 2 cuotas de $19.950 sin interés | CFT: 0,00% | TEA: 0,00% | Total $39.900 |
| 1 cuota de $39.900 sin interés | CFT: 0,00% | TEA: 0,00% | Total $39.900 |
| 2 cuotas de $24.275,16 | Total $48.550,32 | |
| 3 cuotas de $16.675,54 | Total $50.026,62 | |
| 6 cuotas de $9.123,13 | Total $54.738,81 | |
| 9 cuotas de $6.546,26 | Total $58.916,34 | |
| 12 cuotas de $5.266,80 | Total $63.201,60 | |
| 24 cuotas de $3.757,74 | Total $90.185,97 |
| 3 cuotas de $17.178,28 | Total $51.534,84 | |
| 6 cuotas de $9.430,36 | Total $56.582,19 | |
| 9 cuotas de $7.056,53 | Total $63.508,83 | |
| 12 cuotas de $5.779,18 | Total $69.350,19 |
| 3 cuotas de $17.227,49 | Total $51.682,47 | |
| 6 cuotas de $9.701,02 | Total $58.206,12 |
| 18 cuotas de $4.227,62 | Total $76.097,28 |
| 1 cuota de $39.900 sin interés | CFT: 0,00% | TEA: 0,00% | Total $39.900 |
En plena guerra fría, Hugh Hefner crea la que pronto se convertiría en la revista para adultos más vendida del mundo: Playboy, que no era simplemente una revista de chicas con o sin bikini, sino un vasto proyecto arquitectónico-mediático que tenía como objetivo desplazar la casa heterosexual como núcleo de consumo y reproducción. De la misma manera que la sociedad ilustrada creyó que la celda individual podía ser un enclave de reconstrucción del alma criminal, Playboy confió a la mansión de soltero la fabricación del nuevo hombre moderno.
Este ensayo nos adentra en el archipiélago Playboy: un Disneyland para adultos hecho de mansiones, camas redondas, grutas tropicales, habitaciones temáticas, circuitos de vigilancia, piscinas transparentes, residencias de conejitas, aviones equipados con pista de baile y termas romanas... Este complejo funciona como el primer burdel multimedia de la historia, una pornotopía moderna instalada en la cultura de los medios de comunicación de masas y en la arquitectura del espectáculo. Y también sirve de laboratorio para estudiar las mutaciones que van desde la guerra fría hasta un capitalismo caliente cuyos medios de producción son el sexo, las drogas y la información, y donde la arquitectura funciona como un escenario en el que se teatraliza la identidad masculina.
«Una argumentación de extraordinario rigor, enormemente sugestiva» (F. Castro Flórez, Abc).
