La alegría propia de un verdadero encuentro, Correspondencia Lou Andreas-Salomé, Sigmund Freud

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En noviembre de 1912, poco tiempo después de haberse conocido, Sigmund Freud le escribe a Lou Andreas-Salomé: «Ayer la extrañé en la conferencia (...) He adoprado la mala costumbre de siempre dirigir mi exposición a una persona en particular de la audiencia y ayer, absorto, me la pasé mirando la silla vacia destinada a usted. Una confesión que marcará el tono de las cartas que continuarian intercambiando durante años, interrumpidas por la muerte de Lou en 1937. Freud encuentra en ella no sólo una interlocutora excepcional a quien dirigirle su palabra y su pensamiento, sino también una especie de complemento intelectual: se deja asombrar, interpelar, maravillar, e incluso confundir, por las perspectivas innovadoras que Lou le ofrece sobre su trabajo psicoanalítico en pleno proceso de elaboración. Pero no solamente se habla de psicoanálisis en esta correspondencia -aunque ese diálogo ya de por sí contiene una riqueza inmensa. Aquel tono inicial, de confianza y admiración mutua, inaugura una intimidad en la que ambos se permiten compartir experiencias ligadas a las penurias del cuerpo y la vejez, los tormentos de la guerra y la pérdida de seres queridos. Esta nueva traducción de Carolina Previdere, que además incorpora fragmentos inéditos, logra transmitirnos la partitura de una música compuesta por dos voces que, tocando cada una su propia melodia, se entregan a la alegría propia de un verdadero encuentro.

 

MARÍA MAGDALENA

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