Jaula y llanura, Ismael Origlia

$12.500

Martínez Estrada se refirió a la Pampa como una red de pueblos que en el fondo no tienen nombre, porque todos son el mismo. El viaje entre uno y otro, entonces, no sería más que una ilusión, y el campo entre medio, un tedioso espejismo. La ficción nos ha contado ese encierro de muchas formas, casi siempre desde el punto de vista del Blanco, o mejor dicho del Gringo. Jaula y llanura de Ismael Origlia invierte la tendencia, concediéndoles el protagonismo a los Otros, esos secundarios que habitualmente acechaban detrás de la vía, el río, el alambrado, o como quiera llamársele a ese umbral siempre problemático.
La Pampa Gringa muta en Pampa Negra. Se percibe, entreveradas como siempre, a la civilización y la barbarie; pero es el salvajismo el que va emergiendo y amenaza con devorárselo todo. No cabe hablar aquí de familia disfuncional: el derrotero de estos cinco lúmpenes descompone todo esquema previo, y planta en el lector una incomodidad paradójica, atemporal pero acotada a un espacio bien concreto.

Adrián Savino

 

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