Atlético para discernir funciones, Sebastián Bianchi

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La obra de Sebastián Bianchi constituye uno de los proyectos poéticos más desconcertantes de la literatura argentina actual, estrechamente ligada a cierta imaginación técnica y maquínica, menos en un sentido contenidista o temático que en los aspectos formales y estructurales de los propios textos. Atlético para discernir funciones desmonta y pone en escena la tecnología más inmediata: la del propio lenguaje. Toma distancia de un uso puramente instrumental de la lengua en el que la sintaxis es un medio para un fin: arribar a la soberanía del significado, lo que supone la lectura en clave de interpretación, decodificación.
Una fuerza de carácter subversivo interviene determinado texto o lógica discursiva investidos de un poder autoritario conferidos por la propia sociedad, y despliega un conjunto variable de procedimientos que lo hacen delirar o decir otra cosa, “redireccionar las descargas semánticas”, generar otro texto inclasificable que Bianchi caracteriza como un “objeto devorante, espacio lúdico, catalizador heurístico”. Hacer hablar de nuevo, incluso balbucear. Bianchi arremete contra el poder normativo del idioma, de tal manera que aquellos discursos que sólo podían ser obedecidos (la gramática de la Real Academia) son subvertidos desde adentro; y aquellos que sólo podían leídos en el ritual burgués de la lectura silenciosa o estudiados para su posterior enseñanza, ahora son reescritos, vuelven a hablar.
Descubrir nuevos procedimientos, generar nuevas imágenes supone devolver una nueva oportunidad de uso (de vida) a aquello que definitivamente estaba muerto y olvidado.
Textos vacíos que en realidad son máquinas de fabricar discursos. Este es el enorme valor de Atlético para discernir funciones.

Mario Ortiz

LECCIÓN III
OBJETO INDIRECTO
Estas construcciones aparecen encabezadas por la preposición a o para. Se las puede conmutar por la forma pronominal variable le o les. Ricardo, el guardabosque, convida alimento a los monos. Ricardo, el guardabosque, les convida alimento.

1. Sobre la arena lisa el pájaro de la locura daba picotazos a una esfera.
2. Las palabras del señor Avispa sonaron incongruentes al oyente niño.
3. Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje.
4. El quieto Alfonso busca revancha contra un espejo, le tira piedras, el enemigo de la representación.
5. La viuda de negro le cierra el paso entre dos mostradores.
6. Eduardo expresó a su esposa, en la más amable de las formas, su vivísimo agradecimiento.
7. La masa, al zaguero, le llena de monedas los bolsillos.
8. A Petrona de todo le da risa.
9. El sencillo cielo agrario promete a la buena voluntad sus alturas.
10. Lo lava, lo peina, le pone el traje de franela, le calza la gorra y lo besa.
11. Mientras su madre le espanta las moscas con el repasador.
12. Sobre el tendido caserío bajo, la noche iba dando importancia al viejo campanario de la iglesia.
13. No le mezquine al manubrio el usuario moderno.
14. Trabajando diez horas al día, faltábales el ocio, engendrador de todos los vicios.
15. ¿No le decía yo, empeñada en lucirme con usted?
16. Al tímido coronel le parecían coquetas las hijas del guardabarreras.
17. Atribuí la culpa de todo a la funesta fantasía de los jardines.
18. La mujer campesina le comentaba a su esposo la indigencia de los puesteros.

Sebastián Bianchi nació en Buenos Aires en 1966. Es profesor de Literatura y licenciado en Lenguas y Comunicación. Publicó Segunda interpretación al médano de arena (1998), Atlético para discernir funciones (1999), El trazado Luro-Matanza (2000), El resorte de novia y otros cuentos (2002), Manual Arandela (2009), Poemas Inc. (2010), Canciones (2015), El imán (2016) e Ídolos en Noa-Noa (2017). Integró el staff de las revistas Lamás Médula, La trompa de falopo y Extremaficción, y participó del almanaque Flora de selva negra.

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