Tiempo de más, Alberto Giordano

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Si es cierto que todos los ensayistas son ya escritores, debemos atender lo que escribe Alberto Giordano, quien como pocos estudió el género e hizo uso de él. Todo texto leído por un escritor se lee en sus posibilidades literarias, pero más atento estará ese escritor si eso que se lee se ha producido desde el corazón mismo de un género: allí habrá para pensar y para copiar. Se nos dirá: “si bien este escritor en particular ha modelado sus armas de escritura en la fragua del ensayo, aquí estamos frente a otra cosa: frente a un diario”. Y bien, más para nosotros en ese caso, porque en el diario los procederes del ensayo, todavía desgarrados para el profesor por los aparatos de presión académica, encuentran un nuevo horizonte formal que termina por aflojar las clavijas metodológicas y libera la escritura ya no de vuelta al paper sino en dirección a la novela. Esto por no hablar de la decisión fundante, lo inconducente de la escritura de un diario, que a un profesor-investigador no le sirve para nada: este gesto de irresponsabilidad, de gasto soberano, podría, creo, atraer ya la mirada de los escritores y de los artistas en general hacia los diarios de Giordano por tratarse de una patria común.
Francisco Bitar

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