Hombre de Cristina, Washington Cucurto

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Hombre de Cristina
Me he reducido a ser un hombre de Cristina En esta época, en estos días, en estos quilombos matutinosme dejo llevar por la fantasíaque sale de la boca de una mujer.No participo, estoy viejo, mis hijos me dejaron mis nietospara que los cuide.No participo: cuido críos.
Y la miro, la escucho a ellapor cadena nacional, en bicicleta. Mi Amada Cristina, morocha seductora, me atrevo a imaginarle gordas caderas.
Mi Caderona Nacional. La escucho, la veohablar por ejemplo de cooperativismo, de mujeres embarazadas que tendrán,a falta de un marido, su ayuda social.
La Morocha Nacional no puede hacer que nos enamoremos de otra.Veo su cara, su cuerpo, sus palabrassu demoledora tristeza, la tristeza evidente de su alma.Su Infinita Tristeza en afiches y letrerospor dondequiera que viajo en la gran ciudad.Se me pianta una lágrima, no voy a negarlo.
No participo, estoy viejopara cualquier militanciaque no sea leer a Pepe Cuevas, a Lihn o a Teillier
Su foto en las callestomada de la manode unos niños rumbo al colegio. Ah...
Estoy viejo para el kirchnerismo,esa es la palabra exacta. Pero no estoy viejo para Cristina, se me pianta una lágrima.La veo, la escucho, me reduzcoa ser un hombre de Cristina. Mis hijos se separaron,se emborracharony me dejaron sus hijos.
La veo, la escucho esa tristeza evidente, infinita de sus ojos es la misma de mis ojos. 

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