Eléctrico ardor, Dany Salvatierra

$17.790

Prudencio es un anciano terrorista que escapó de la justicia y vive de incógnito en un chalet de los cerros de La Molina. Su vida de encierro se transforma para siempre cuando una familia se muda a la mansión de enfrente. En especial cuando conoce a Rodrigo, un niño inválido con quien entabla una extraña amistad, esperanzado en reclutarlo para revivir las cenizas del Partido Maoísta al que perteneció diez años atrás. Sin embargo, la gran inteligencia de su pequeño vecino despierta en él una obsesión desinhibida que culminará en uno de los desenlaces más violentos y sorprendentes de la nueva literatura peruana.

«Impactante como un film de Michael Haneke filmado en el Perú. Nos recuerda la perversidad y la fragilidad moral de la sociedad peruana –y del peruano– de los últimos treinta años. Salvatierra no se limita y nos pone frente a algunos de los personajes más bizarros y sobrecogedores de la narrativa peruana actual. Un relato feroz que se lee también como una fábula y un cuento malévolo».
Alejandro Neyra

«Provocadora desde el arranque, esta novela parecería el ejercicio clásico de calzarse los zapatos de un hombre cínico, dominado por su propia, insana lujuria. Pero hay un tabú mayor que el libro explora: el que nos ha hecho obviar la banalidad y el fetichismo de los grupos extremistas que germinaron en nuestras tierras: sus banderas, emblemas, insignias y logotipos, sus dibujos terriblemente bellos. Su humor y su sexo. Esa crónica íntima del hedonismo suele omitirse, por eso de que la humanización del enemigo lleva a la comprensión, o peor, al contagio. Dany Salvatierra, a contracorriente, se pone en la piel del monstruo. Se sumerge en su memoria y nos recuerda cuan vívidas eran las cosas en los días de terror, cuánto color hubo en esos años grises. Es eso, la nitidez desfachatada del cofre de recuerdos de los individuos que dibujaron nuestras cicatrices —saber que es el insumo de su nostalgia, y que en toda nostalgia hay amor—, lo verdaderamente obsceno en estas deliciosas páginas. Terminamos perturbados; mirando hacia atrás y mirando hacia adelante. Se recomienda discreción.».
Juan Manuel Robles

«No sé qué es más inquietante, que alguien se le haya ocurrido escribirla o que alguien se atreva a leerla».
Gustavo Rodríguez
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