Tres guineas, Virginia Woolf

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Hacer a un lado todas las preocupaciones y estudios terrenales y delegarlos a otra persona constituye una motivación muy atractiva para algunos; pues indudablemente hay quienes quieren retirarse y estudiar, como demuestran la teología con sus refinamientos y la erudición con sus sutilezas; para otros, es cierto, esa motivación es una motivación pobre, mezquina, el motivo de la separación entre la Iglesia y el pueblo, entre la literatura y el pueblo, entre el marido y la mujer, y que ha desempeñado un papel importante en sacar de quicio a la totalidad de la Commonwealth. Pero cualesquiera sean las motivaciones fuertes e inconscientes que subyacen a la exclusión de las mujeres del sacerdocio -y es evidente que aquí no vamos a enumerarlas, mucho menos escarbar hasta sus raíces-, la hija del hombre instruido puede confirmar, a partir de su experiencia, que “es común, e incluso frecuente, que dichas concepciones sobrevivan en el adulto a pesar de la irracionalidad que las caracteriza y traicionen su presencia debajo del nivel del pensamiento consciente a causa de la fuerza de los sentimientos que despiertan”. Virginia Woolf

Virginia Woolf nació en Londres, Inglaterra, en 1882, con el nombre Adeline Virginia Stephen. Su padre era sir Leslie Stephen, distinguido crítico e historiador; por esta razón, Woolf creció en un ambiente frecuentado por literatos, artistas e intelectuales. Después del fallecimiento de su padre, en 1905, se mudó con su hermana Vanessa (pintora) y sus dos hermanos al barrio londinense de Bloomsbury, que pasó a ser el centro de reunión de antiguos compañeros universitarios de su hermano mayor, entre los que figuraban intelectuales como el economista John Maynard Keynes y los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein. De estos encuentros surgió la denominación “Grupo de Bloomsbury”, que designaría a este colectivo de intelectuales que se reunían periódicamente. En 1912, se casó con Leonard Woolf, economista y miembro del grupo, con quien fundó cinco años después la editorial Hogarth Press, que editó la obra de Woolf, así como también la de Katherine Mansfield, T. S. Eliot y Sigmund Freud. Después de varios períodos de depresión, Woolf se suicidó en Londres, en 1940.

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