Subsilencio, Carolina Viarengo

Una pregunta sobre el origen. 
La propia huella sonora. 
Una escritura que compone en movimientos, en hebras de otro lenguaje.
 
Silencios que anuncian su propio ritmo. 
La ausencia de sonido.
Gestos en sordina. 
Apagados, ignorados, imperceptibles.

Tostadas, lluvia, antenas, discos, cacerolas, abejas, harina, cáscaras, hojas de parra, bisagras, castañuelas, semillas, las cuerdas de un violín. 
Una poesía hecha de minucias. Miniaturas preciadas que se nombran unas a otras. 

La imagen de la abuela convertida en un humo manso. 
Lazos de familia que se anudan o disuelven. 

Un tantear de ciegos hasta dar con ese otro que está ahí afuera. 
La música improbable. 
El territorio incierto que quizás una lo sordo con lo ciego con lo cierto.
Tararear estos versos.

Antonio Machado nombraba un corazón despierto mirando "señas lejanas (...) a orillas del gran silencio".
Carolina Viarengo da un paso y entra en el agua. 
El mundo submarino donde todo tiene otro peso.  


Eugenia Almeida

Compartir: