NOMBRAR, ALEJANDRO SCHMIDT

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Por cada despedida, por cada adiós no dado tal vez a tiempo, necesitamos armar los propios cementerios o mejor dicho, armar nuestra consigna de objetos extraviados. La operación consiste en volver a nombrar: acá está Fabián, acá va René, allá Jorge y el Turco, ahí Luis, Eugenia, Elida…Será posible que, como decía el poeta Manuel Castilla,  uno a veces nombra las cosas sólo porque esas cosas no lo maten.

El que nombra en este libro es Alejandro Smith, principal poeta de la escena literaria argentina, y lo hace con el nombre secreto de cada quién. El proceso de re-nombrar es también un hacer presente el punto exacto de la intemperie que nos deja toda partida. Una cartografía de adioses compone este libro que es ya un territorio de la memoria (porque hacer memoria no es también otra manera de seguir amando?).

Podria decirse que el lenguaje de Smith es único en su especie poética. La poesía de Smith es raspadura. Algo ha impactado sobre el cuerpo con todo lo que tiene de orfandad, ahí está la marca de lo que nos rechaza y que ambiciona llegar al hueso, sumergirse en la carne, lastimar. La poesía de Smith nombra para hacer patente la amenaza y la raspadura y todo lo que tenemos de indefenso ante las cosas que no nos han amado del todo o que no hemos sabido amar.

La poesía hace la reunión de los vivos o muertos, no importa ya su estado, pero sí el dato de que ya se han desprendido.

En el extremo, saluda a Sissi, su hermana, porque Smith sabe que sólo la poesía puede hacer justicia a su modo, en su última instancia volver ileso e invulnerable a aquello que siempre está tentado por la extinción.

María Julia Magistratti

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