Mis animales y los que no son míos, Denise Fernández

Con la voluptuosa profusión de Marosa y la luz irónica de Carson, el brillo de estos poemas no nos enceguece: nos permite ver, a través de su belleza, que el mejor amor es el que admite lo que no sabe. Y el mejor rezo, el que se dirige a las palabras mismas, como hace esta poeta extraordinaria en su música nueva, bisturí melodioso, con el concierto de sus criaturas. Daniela Camozzi
En este brillante primer libro, Denise Fernández crea un país con animales que son palabras que son el objeto de su amor. En su lengua, “animales” es un significante amplio: ángeles, dragones de tres cabezas, cálamos, bocas en las manos de los poetas. Estamos en un territorio exquisito, que arma su sintaxis-sentido a partir de un interrogante: ¿cuántas puertas hay detrás de la primera? Todas las puertas: de carbón encendido, de flor azul de prado, de muselina breve.

 

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