gesta cornú, augusto munaro

$17.000

Cuando hace un tiempo decíamos que servían de ejemplo: “¡Oh!” “¡Ah!” “¡Sus!” “¡Eh!” “¡Puf!” y que en la voz del poeta esto se traducía “¡Olas estúpidas que a las orillas vais, a dar! ¡Ah! ¡Es a la poesía!”, estábamos en plena duermevela, siguiendo el recorrido melindroso de nuestras vocales por los bordes de las letras encontradas. Aunque parejamente el manuscrito hallado en las Orcadas hablara a las orejas y los ojos a un mismo tiempo, la infección de vulgarismos y nuevas voces constituían ya los primeros síntomas de la alegría en el poema.

Por ejemplo: mientras la tarde se mostraba comprometida sin reparos con el graznido postrero del tero junto a los ajíes y la sonora voz del arroyo se escabullía entre la sombra del arado, sola y sin el verde en la espalda del yuyo o el ligustro, alcanzábamos nosotros -¡jóvenes lectores!- la cima de la delgada línea 866 y siguientes: “-Dil tortero Mamerto. / -¿Queste mocoso e porra? / -´e Orestes.” Así, saltando de hito en hito, con la lengua en forma de cuchara que es su anzuelo, restos de azulejo en el desastre de una lengua madre, el ojival tum-tum frente al cual se reprocha: “Ante tu sobrada / indiferencia de mi trabajo, decido por / voluntad mía y nada más que mía, / partir hacia Llamas de Madariaga.”

Sebastián Bianchi

Compartir: