cuarenta poemas, alfredo fressia

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AYER NO MÁS DECÍA

    Hablando de Olavo Bilac, el poeta parnasiano, cierto crítico brasileño decía que hay poetas que surgen imperfectos, como esas piedras que sólo el tiempo y manos hábiles irán puliendo, y otros, muy pocos, que ya nacen perfectos, como Minerva de la cabeza de Júpiter. El lector ya sospecha que el crítico atribuyó esa perfección a Bilac, y no lo hizo sin razón.

    No fue, por cierto, mi caso, y la presente antología ha de ser la prueba fehaciente de ello. En 1988, cuando iba a cumplir 40 años, un grupo de poetas jóvenes de Montevideo quiso homenajearme editando una antología de los tres libros que hasta entonces yo había editado en Uruguay. Me la encomendaron con el pedido de que el número de mis años fuera justamente el de poemas.

Así nació este conjunto, formado por textos de Un esqueleto azul y otra agonía, aquel librito de 1973 con el que había comenzado mi escritura, y los dos poemarios que habían seguido cuando ya había dejado mi país para sobrevivir en Brasil, a saber, Clave final, de 1982, y Noticias extranjeras, de 1984.

    En 1986 había publicado en São Paulo un libro escrito en portugués, Destino: Rua Aurora, y los jóvenes de entonces sospecharon que ya no volvería a hacerlo en castellano. Error, claro, porque la lengua materna es para mí casi mi más sólida identidad. Pero su recelo no era descabellado, al menos para ellos y en aquellos tiempos.

    La antología contiene los poemas que me resultaban más íntimos, organizados no por un frío criterio cronológico y documental, sino por manchas temáticas, o simplemente al sabor de lo que mi sensibilidad fue releyendo. Y el libro, hermosamente editado por Ediciones de UNO, prefaciado con generosidad por Luis Bravo, con diseño de Gustavo Wojciechowski, el querido y admirado “Maca”, terminó saliendo sólo en enero de 1989, porque el Uruguay vivía, y creo que no ha cambiado, en un tiempo aparte, de una lógica indiferente a relojes y calendarios.

    Si estos son poemas que hoy tienen entre 35 y 40 y pocos años, poemas de otro tiempo, ¿por qué reeditarlos hoy en Argentina? Por voluntad del editor, que ese es sin duda el primer motivo. Porque después continué construyendo lo que suele llamarse una “obra poética” que hoy tiene algunos lectores en Argentina (y por cierto, gracias al mismo, valiente editor, el poeta Felipe Herrero). Porque en estos poemas, que no tienen la perfección flamante de Atenea, está la matriz de las obsesiones que la “obra” siguió trabajando y que pueden interesar a quien me ha acompañado en mi aventura por las palabras.

    Y no lo oculto, en fin, a mí me emociona ofrecer otra vez al joven Fressia, el que nunca fue perfecto ni impoluto como la diosa, porque sólo logró escribir en medio del ruido del mundo y, tantas veces, entre las mismas lastimaduras de la historia.

Alfredo Fressia
São Paulo, Brasil, enero de 2018

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